
En estos meses de invierno y con el cambio climático actual, cuando salgamos a la calle con nuestra mascota o con niños, debemos estar muy pendiente de la famosa “oruga procesionaria”.
A pesar de su aspecto frágil y diminuto tamaño, la procesionaria puede resultar muy molesta e incómoda para las personas, pero sobre todo letal para los perros; también gatos y cualquier mascota que salga al exterior, y en niños pequeños puede ocasionar graves problemas en caso de ingesta accidental.
El problema con este tipo de insecto se ha ido agravando por los efectos del cambio climático cada año; la oruga se ha convertido en un insecto muy habitual en parques y jardines con pinos, abetos y cedros.
La Thaumetopoea
Pityocampa, conocida comúnmente como Oruga Procesionaria del pino,
es un insecto que en fase de mariposa deposita los huevos en este tipo de
árboles. Las larvas permanecen protegidas en bolsas hasta Febrero o Marzo, en
que descienden y se entierran para pupar.
En el mes de Julio es cuando salen las mariposas adultas y retoman el ciclo.
Las temperaturas inusualmente altas en invierno pueden provocar que las larvas eclosionen antes de tiempo.
Dicha información podéis verla en la página web del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid o en las diferentes áreas por comunidades
Es en ese periodo de descenso de las orugas donde reside el peligro; el motivo es que las orugas tienen unos pelos muy urticantes que pueden “disparar” si se ven amenazadas. Estos pelos originarán una especie de reacción alérgica en el animal; la gravedad del problema dependerá de la zona del animal que se vea afectada.

La toxina puede producir efectos graves como la necrosis de la zona afectada, la pérdida de un trozo de lengua y hasta la muerte por choque anafiláctico o incapacidad de respirar por edema de laringe.
Lavar la zona afectada sin frotar puede ayudar a retirar los “pelos” de la oruga.
En el caso de que una mascota (en particular los perros al pasear por el parque, el campo o cualquier zona con pinos, cedros o abetos), se viera con el problema de haber chupado, olisqueado o incluso ingerido uno o varios de estos insectos, es imprescindible llevarlo rápido a un Centro Veterinario. Es muy importante la velocidad de intervención porque la vida del animal está en juego.