¿Qué es la enfermedad del moquillo en los perros?

 La enfermedad canina llamada distemper, comúnmente conocida como moquillo canino o enfermedad de Carré, ya que el investigador francés Henri Carré fue el descubridor del microorganismo causante de dicha enfermedad, está provocada por un virus del género Morbillivirus, perteneciente a la familia de los Paramixovirus. Por tanto, hablamos de un virus RNA; es decir, una cadena de RNA dentro de una envoltura a base de lipoproteínas.

Enfermedad infecciosa de tipo viral altamente contagiosa que afecta principalmente a la población canina, también puede afectar a otros animales como hurones, zorros, visones, mofetas, nutrias, tejones, y otras especies más exóticas como los mapaches, pandas rojos, osos, elefantes asiáticos y monos japoneses. Se trata de una patología, que además de un rápido contagio, es especialmente grave por poder causar una elevada mortalidad entre los animales infectados.

El moquillo canino afecta sobre todo a los cachorros, aunque también podemos ver esta enfermedad en perros adultos, principalmente en aquellos que no han sido vacunados o en perros con un deficiente estado inmunológico. La mejor medida preventiva contra esta patología es la vacunación, de modo que, si seguimos correctamente el calendario de vacunación, será poco probable que nuestro perro llegue a padecer la enfermedad del moquillo en algún momento. A día de hoy, existe una vacuna específica y altamente efectiva para prevenir el desarrollo del virus.

 

¿Cómo se contagia?

 El contagio se puede producir con facilidad, cuando un animal sano entra en contacto con las secreciones de otro animal contagiado. Las partículas virales presentes en los diferentes tipos de secreciones (estornudos, lágrimas, vómitos, heces u orina) han de entrar en contacto directo con la mucosa oro-nasal de un animal sano. Estos virus pueden diseminarse también, aunque de manera menos frecuente, en el ambiente en forma de gotitas diminutas, a modo de aerosol, aunque esto dependerá de las condiciones ambientales a las que se exponga el virus.

El virus del moquillo canino es bastante inestable a determinadas condiciones como la luz ultravioleta, altas temperaturas y ambientes secos. En cambio, perdura más en ambientes fríos y húmedos, por lo que la transmisión por aerosoles es más rara en climas secos y calurosos.

Se considera que la eliminación del virus por parte un perro enfermo suele iniciarse a los 7-10 días del contagio, y se mantiene la eliminación de una alta carga viral mientras dure la enfermedad. Se han visto algunos casos en que la eliminación de virus se ha mantenido en los tres meses posteriores a la curación del animal.

El virus en contacto directo o inhalado penetra por la mucosa de las cavidades oral, nasal y faríngea, y a través del sistema linfático, llegan a los ganglios linfáticos del tracto respiratorio infectando diferentes tipos de linfocitos y otros tipos de células del sistema inmunitario. Posteriormente, el virus continúa replicándose y vía linfática, alcanzará los sistemas digestivo, urogenital e incluso en el peor de los casos, el Sistema Nervioso Central.

Como ya hemos comentado al principio, el grupo con mayor riesgo de padecer la enfermedad son los cachorros, en especial los menores de cuatro meses. Aunque la leche materna les ofrece una cierta inmunidad, al igual que ocurre en otras especies de mamíferos, debemos tomar todas las precauciones posibles, puesto que el moquillo en los perros, también es posible transmitirlo por medio de fluidos de los animales infectados, incluyendo los restos en el agua o el alimento que hayan consumido.

 

¿El moquillo puede contagiarse a las personas?

 El virus del distemper canino está estrechamente relacionado con el virus del sarampión, muy común en niños. Una vez comentado el tipo de virus que es, debemos saber y aclarar, que el moquillo de los perros no se contagia a las personas.

Cabe destacar que el moquillo canino no es una enfermedad zoonótica, y si bien puede afectar a otros cánidos y animales, el ser humano no es uno de ellos.

Aclarado este punto, debemos saber y dejar claro que, en el caso de cuidar a nuestro perro con moquillo, no tenemos ningún riesgo ni hay posibilidad alguna de contagio. Sin embargo, el ser humano sí podría contagiar a un perro. Si tenemos un contacto directo con un animal enfermo, sus secreciones con carga viral podrían depositarse en nuestra ropa e incluso en nuestro epitelio, facilitando el riesgo de transmisión.

 

¿Cuáles son los síntomas?

 Por lo general, una vez han pasado de 3 a 6 días tras el contagio, se empiezan a observar los primeros signos del distemper canino. En algunos casos pueden llegar a pasar desapercibidos por los cuidadores, razón por el cual, resulta tan importante estar atentos a cualquier tipo de señal anormal que se produzca en nuestras mascotas.

Seguramente notaremos fiebre transitoria y anorexia (el perro deja de comer) mientras se produce la leucopenia, es decir, una baja producción de glóbulos blancos en la sangre. Tras este período de fiebre, el perro se mostrará sano, hasta que aparezca una segunda fase de fiebre, en este caso acompañada de una secreción nasal serosa, acuosa o purulenta. También podremos observar secreción ocular mucopurulenta y que el perro se muestra especialmente aletargado, sin ganas de hacer nada.

Posteriormente aparecerán signos gastrointestinales, vómitos y/o diarrea, así como respiratorios, que incluyen dificultad para respirar o tos. Es posible que pueda producirse también dermatitis pustular, es decir, una lesión roja en la piel que contiene áreas de contenido purulento.

Los animales que sobreviven, pueden manifestar hiperqueratosis en las almohadillas de sus patas y en la trufa, así como hipoplasia del esmalte de sus dientes.

Más adelante aparecerán los signos neurológicos, los cuales incluyen contracciones musculares involuntarias, salivación, movimientos de la mandíbula, inclinación de la cabeza o incluso parálisis.

De forma resumida, los síntomas del moquillo canino son:

Fiebre

Pérdida del apetito

Decaimiento en general

Pérdida de peso

Deshidratación

Descarga nasal

Tos

Dificultad para respirar

Ojos enrojecidos

Conjuntivitis

Queratitis seca

Úlcera de córnea

Vómitos

Diarreas

Endurecimiento de las almohadillas

Erupciones de la piel

Ataxia

Movimientos involuntarios de músculos

Convulsiones

Apoplejía

Aparte de lo ya mencionado, existen diversas formas clínicas de distemper que vale la pena conocer. La manifestación clínica le indicará al veterinario la pauta de qué tratamiento a aplicar es el más adecuado:

Aguda

Es la más corriente, la incubación se produce entre los 7 y los 14 días tras el contagio. Después, aparecerá fiebre, leucopenia, conjuntivitis y anorexia. También veremos episodios de diarrea, vómitos y deshidratación. A su vez, es frecuente la aparición de infecciones bacterianas secundarias.

Subaguda

Se desarrollan los signos que afectan al sistema nervioso central, entre los que podemos incluir estupor, contracciones bruscas involuntarias localizadas o generalizadas, parálisis de los miembros posteriores o de las cuatro extremidades, convulsiones, pedaleo de las extremidades, micción involuntaria, reacciones de miedo e incluso ceguera. Podrían aparecer diversos síntomas o ninguno, incluso puede darse el caso de tardar semanas o meses en presentarse. En la mayoría de los casos, la muerte del animal con sintomatología nerviosa se produce por una encefalitis masiva.

Crónica

Es menos frecuente que las anteriores y suele aparecer en perros de entre 4 y 8 años. Se va produciendo lentamente, se presenta como consecuencia de un proceso inmunomediado el cual provoca encefalitis multifocal. Por desgracia, el perro empieza a tener debilidad en los miembros posteriores, seguido de parálisis y temblores de cabeza.

En perros que superan los 6 años de edad, es posible que pueda aparecer como consecuencia de una encefalitis crónica del perro anciano que incluye ataxia, movimientos en círculo y cambios de conducta.  Hay que tener muy claro que estos animales no son infecciosos.

Diagnóstico

 Es muy común que los propietarios de las mascotas se pregunten cómo saber si su perro tiene moquillo o no, y esto es debido a que algunos síntomas característicos de la enfermedad están presentes también en otras patologías, como la leptospirosis canina o la hepatitis canina infecciosa. En algunos casos, los síntomas más característicos no se presentan hasta que la enfermedad está muy avanzada. En otros casos, si el individuo ha padecido simultáneamente otras infecciones bacterianas o de origen viral, es muy probable que éstas hayan enmascarado la sintomatología del distemper canino.

Aunque es una enfermedad muy común y conocida por los profesionales veterinarios, no resulta nada fácil emitir un diagnóstico certero al 100%, motivo por el cual se requieren pruebas específicas que permitan acercarnos al diagnóstico de esta enfermedad infectocontagiosa.

Para confirmar el moquillo canino, nuestros veterinarios prestarán especial atención al historial clínico que presente el perro (sus síntomas, calendario de vacunas, etc.), el examen físico y las pruebas laboratoriales.

Las pruebas para la detección y diagnóstico del moquillo canino incluyen pruebas hematológicas, serológicas y pruebas PCR. Conviene saber que actualmente no existe ninguna prueba de elección que sea absolutamente fiable y es frecuente no poder confirmar un diagnóstico seguro durante la vida del animal. En muchas ocasiones, el diagnóstico definitivo es, desgraciadamente, post mortem.

 

Tratamiento

 

 

El tratamiento para esta enfermedad contempla la mejora de los síntomas del animal, limita el avance de las posibles infecciones bacterianas secundarias que puedan producirse, e intenta el control de las manifestaciones neurológicas. No obstante, como ya hemos comentado anteriormente, no existe un tratamiento que permita eliminar el virus una vez se ha presentado.

Ante la aparición de uno o más síntomas de los mencionados, acudiremos al veterinario lo antes posible, y una vez realizadas las pruebas, éste confirmará o descartará la posibilidad enfrentarse a un caso de moquillo canino.

El uso de antibióticos de amplio espectro, antipiréticos, analgésicos, anticonvulsivos, soluciones electrolíticas, una nutrición específica y ciertos cuidados, son las diferentes medicaciones que el veterinario suele emplear. Cuanto más rápido se detecte la enfermedad y se empiece el tratamiento, mejor será el pronóstico.

Cuando los casos son más graves, se valora la hospitalización del perro, para administrarle suero y fármacos por vía parenteral, así como su aislamiento y control. Es muy importante destacar que ningún tratamiento para el moquillo en perros es exitoso en el 100% de los casos. Cuando el perro presenta signos neurológicos graves y progresivos, debemos saber que el pronóstico puede ser desfavorable.

 

¿Cuánto dura la enfermedad en un perro contagiado?

 El pronóstico en perros para este tipo de enfermedad es reservado, no es posible ofrecer un tiempo estimado de recuperación del perro. Todo dependerá de su estado de salud, el estado vacunal y los cuidados ofrecidos por el veterinario o por el propietario del animal en cuestión.

Al tratarse de una enfermedad potencialmente mortal, hay que recordar que algunos perros no sobreviven a esta grave enfermedad.

 

 

¿Cómo prevenirlo?

 

La forma más efectiva para la prevención y contagio del virus del moquillo en los perros, es mediante el seguimiento de un adecuado calendario de vacunación para perros. El veterinario será quién nos asesore en cuanto a número de dosis y frecuencia.

Lo más habitual y lógico, es que los perros cachorros se empiecen a vacunar entre las 6 y 8 semanas, repitiéndose cada 2-4 semanas hasta las 16 semanas de edad y se recomienda otra revacunación a los 6 meses- 1 año de edad.  Si vacunamos por primera vez a un adulto, es recomendable poner las 2 dosis iniciales con un intervalo de 2-4 semanas.

Es cierto que el etiquetado de la mayoría de vacunas está indicado para un uso anual. Diversas pruebas realizadas señalan que su efectividad se encuentra alrededor de los tres años, por lo que puede recomendarse revacunaciones en adultos ya vacunados, cada tres años. No obstante, los episodios de estrés, enfermedad o inmunodepresión pueden favorecer el contagio, así como la prevalencia local de la enfermedad, motivo por el cual, es muy frecuente continuar vacunando cada año de forma genérica.

 

¿Cuales son los cuidados?

 

 

 Las atenciones necesarias para un perro con moquillo variarán dependiendo del animal. Hay que tener en cuenta su edad, los síntomas que presente, la forma clínica y cualquier otro factor de importancia que pueda modificar las siguientes pautas, que deberán ser prescritas y/o avaladas por nuestro veterinario de confianza.

Hay que seguir estrictamente el tratamiento médico que haya prescrito el veterinario, dicho tratamiento puede incluir el uso de antibióticos, antieméticos, antipiréticos, anticonvulsivos y/o analgésicos. Es imprescindible respetar las dosis y las horas pautadas por nuestro veterinario.

Al mismo tiempo, debemos ofrecer a nuestro perro un ambiente cómodo y confortable en el cual pueda descansar y recuperarse. Debe disponer en todo momento, de una cama mullida y caliente, hay que evitar completamente la humedad, las corrientes de aire y el frío.

Si el perro muestra síntomas como vómitos o diarrea, podemos ponerle en la cama una toalla. De esta forma, higienizamos su espacio con mayor facilidad, y mejor que se sitúe en el interior del hogar para ayudar a una pronta recuperación. No es conveniente que duerma fuera de casa, ni teniendo su propia caseta en el caso de vivir en zonas con terreno propio.

Poco a poco iremos observando su evolución. Es importante anotar en una libreta los síntomas que observamos para saber si van remitiendo o no, tomar la temperatura de nuestro perro una o dos veces al día y apuntar el color de sus secreciones y deposiciones para posteriormente comentárselo a nuestro veterinario y así pueda indicarnos cómo proceder.

También es conveniente que el perro esté hidratado regularmente. Una opción para que pueda hidratarse de alguna manera, es mediante la comida húmeda, si bien un animal que admite la comida húmeda suele también aceptar el agua de bebida. Podemos ofrecerle un alimento enlatado gastrointestinal de prescripción veterinaria. La comida casera también puede ser una buena opción.

 

Para terminar nuestro blog, se debe recordar que es imprescindible mantener a nuestra mascota enferma aislada del contacto con otros perros, de modo que evitaremos pasearle en zonas donde frecuentemente se encuentren otros canes, y mantendremos a los otros perros del hogar alejados el tiempo que tarde su recuperación y en su eliminación del virus. Este tiempo puede variar, pero lo normal es un periodo no superior a los cuatro meses.

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