Cualquier animal es capaz de percibir ruidos en su entorno y, por supuesto, susceptible de asustarse con los petardos o ruidos fuertes. En el caso de los animales de compañía: perros, gatos, periquitos o cualquier tipo de animal, también pueden sufrir episodios de miedo y ansiedad.

 

A grandes rasgos, podemos establecer dos consideraciones:
  • Episodios de fobia pueden provocar taquicardias, vómitos, temblores y modificaciones del comportamiento de los animales
  • Antes de la administración de fármacos es recomendable tomar medidas que incidan sobre el entorno para atenuar el miedo en nuestras mascotas

Si vivimos en una ciudad donde hay fiestas patronales o similares (y España es un país muy proclive a ello), debemos anticiparnos a estas situaciones e iniciar cuanto antes los tratamientos sobre las mascotas que presenten miedo a los petardos. Como anticipo, debemos de acudir siempre a un veterinario, el cual pautará, en función del nivel de ansiedad, las normas a seguir o la medicación adecuada, que deberá administrarse, en algunos casos, varias semanas antes de que comience el origen del problema, ya que pueden tardar hasta tres semanas en hacer efecto.

 

 

La prescripción médica para casos de miedo moderado suele ser a base de productos naturales con efecto tranquilizante. En los casos graves, será necesario utilizar psicofármacos. Ambos tratamientos pueden combinarse con feromonas sintéticas, tanto para perros como para gatos, que disminuyen la intensidad de los síntomas y carecen de efectos secundarios. No obstante, todo tipo de tratamiento debe siempre ser supervisado por un especialista, en ningún caso por cuenta propia o podría ser fatal para el animal.

Lo idóneo y recomendado por cualquier veterinario, es centrar los esfuerzos en la prevención, en el caso de cachorros, un buen ejercicio es ir exponiéndolo poco a poco a una variedad de sonidos durante el periodo de socialización. Este periodo abarca desde las tres semanas a los tres meses.

De esta forma nos podemos intentar asegurar que sea una experiencia positiva que le permita familiarizarse con este tipo de sonidos. En cuanto a perros adultos, es diferente. En los que exista la sospecha o se detecte que pueda existir una fobia, se debería diagnosticar el problema lo antes posible y aplicar un programa de tratamiento.

La reacción fisiológica que se desencadena en las mascotas frente a los ruidos fuertes como petardos o cohetes, activa su sistema nervioso y provoca que se liberen grandes cantidades de neurotransmisores, como la adrenalina o las hormonas de estrés como el cortisol.

Los síntomas que presentan la gran mayoría de animales son taquicardia, diarrea, vómitos y tendencia a huir o esconderse por el miedo que les provoca. Los perros también pueden jadear, deambular y temblar. Incluso pueden llegar a autolesionarse.

 

Se han dado casos en los que animales afectados han huido desorientados, lo que cada año causa pérdidas de mascotas, atropellos, etc.

En un domicilio, si está solo el animal, pueden llegar incluso a saltar desde el balcón en su deseo de escapar.

 

Recomendaciones:

Hay una serie de medidas que los propietarios de mascotas podemos y debemos llevar a cabo para paliar o atajar el sufrimiento de los animales ante el ruido generado por el abrupto ruido de los petardos o similares. La medida más eficaz y rápida, en la medida de lo posible, sería alejar a nuestro perro o gato del ambiente que le provoca dicha fobia. Esta medida debería complementarse con un programa de tratamiento a desarrollar una vez finalizadas las fiestas, con la vuelta al hogar, el cual hemos mencionado anteriormente.

En caso de no tener la posibilidad de trasladar a nuestra mascota a un entorno seguro, como es en la mayoría de los casos, debemos de tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Crear barreras sonoras en casa (cerrar ventanas y bajar persianas, poner radio o TV) y espacios en los que la mascota se sienta segura y cómoda.
  • Permitir que el animal se proteja donde él elija, sin forzarlo a permanecer en un sitio determinado. Así estará dentro de su zona de confort.
  • Procurar evitar dejar solas a nuestras mascotas, especialmente en momentos de alta intensidad de petardos, cohetes, orquestas o similares.
  • No sujetar o bloquear al animal cuando intente evitar el estímulo fóbico, de lo contrario se pondrá mucho más nervioso agravando la situación.
  • En ningún caso debemos de castigar a nuestra mascota por sus síntomas. Debemos intentar calmarle mientras evidencie síntomas de malestar.
  • Llevar siempre atado al perro durante sus paseos; de lo contrario, podría escaparse por un episodio de pánico y ocurrir lo mencionado con anterioridad: pérdida, atropellos, etc.
  • Evitar, en su totalidad, una exposición directa frente a los petardos o cohetes. Si no podamos esquivarlos, nos apartaremos del foco de ruido con total tranquilidad, evitando huir e intentando calmar a nuestra mascota con nuestra voz y caricias para que se sienta más seguro.
¿Cuáles son las consecuencias de no tratar la fobia?

Una exposición intensa a este tipo de estímulo y la falta de un tratamiento adecuado pueden provocar que nuestra mascota no solo no se acostumbre o adapte, sino que incluso puede aumentar su fobia año tras año. Este tipo de estrés, puede llegar deprimir su sistema inmunológico, su capacidad de aprendizaje, su memoria e, incluso, su ciclo sueño-vigilia. Pueden aparecer, además, otros signos que comprometen al bienestar animal, como son la anorexia o estereotipias.

En los casos de problemas de miedos o fobias, los animales también pueden llegar a asociar la presencia de petardos a otros estímulos, como el olor a pólvora o la presencia de bandas de música, pudiendo llegar a presentar los síntomas de ansiedad ante estos. De ahí la gran importancia y necesidad que sean tratados por un profesional.

Detonar petardos en la vía pública, independientemente de estar prohibido o no por casi todas las ordenanzas municipales, tiene efectos muy perjudiciales sobre nuestros animales de compañía, pudiendo provocarles ansiedad, miedo descontrolado, taquicardia o en algunos casos incluso la muerte.

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