¿Qué es la enfermedad?

 

La Dirofilariosis cardiopulmonar, también conocida como “enfermedad del gusano del corazón”, es una infestación parasitaria causada por el nematodo (gusano o verme de cuerpo cilíndrico o redondo, que suele ser largo y delgado) llamado Dirofilaria immitis, y transmitida por la picadura de mosquitos de la familia Culicidae, entre los cuales, se encuentra el mosquito común.

Las filarias o gusanos del corazón se presentan y desarrollan en las arterias pulmonares y en las cámaras que conforman el corazón derecho (recordemos que el corazón consta de cuatro cámaras: aurícula y ventrículo derechos, y aurícula y ventrículo izquierdos)) del animal infestado, provocando un cuadro cardiorrespiratorio de evolución progresiva, que a veces, puede llegar a ser rápido y mortal, y acompañado, en ocasiones, de otros signos clínicos relacionados con procesos tromboembólicos, reacciones inmunológicas e inflamatorias.

Esta enfermedad parasitaria se ve con mayor frecuencia en perros, aunque también puede presentarse en gatos, e incluso en hurones.

La dirofilariosis está ampliamente distribuida por el sur de Europa. En España, la distribución s reparte principalmente en zonas de calor y humedad. Así, Dirofilaria immitis predomina en el sur de la Península, cuenca mediterránea y grandes regiones que lindan con ríos y zonas de regadío. Mención especial, la alta incidencia que tiene lugar en las islas Canarias.

El tratamiento de esta enfermedad, una vez infectado, puede presentar complicaciones, por lo que los veterinarios recomiendan una prevención rutinaria, que resulta sencilla y eficaz.

 

¿Cómo es y cómo se transmite?

 

Las dirofilarias en su forma adulta, viven en el interior del corazón y de los grandes vasos sanguíneos, en concreto en el ventrículo derecho y en la arteria pulmonar. Los machos pueden medir algo más de 15 cm. de longitud, mientras que las hembras llegan a medir el doble, hasta 30 cm .de longitud. Sin embargo, ambos son muy finos, apenas llegan a 1 mm. de grosor. Las filarias hembra que han sido fertilizadas, liberan al torrente sanguíneo microfilarias (como si dijéramos, crías de filarias), que por su microscópico tamaño recorren todo el sistema circulatorio.

La forma de contagio es muy simple, cuando los mosquitos succionan la sangre del animal infestado, ingieren estas microfilarias que, en condiciones adecuadas y en el interior del propio mosquito, se desarrollan y pasan a diferentes fases larvarias hasta llegar a una tercera fase larvaria o L3, que es la fase infectante para nuestra mascota. Esta primera etapa dentro del mosquito, viene a durar unos 10 días.

De esta forma, el mosquito desempeña un papel fundamental que denominamos hospedador intermediario, ya que las futuras filarias sólo pueden ser infectantes, una vez han alcanzado esta fase de desarrollo en el interior del insecto.

Cuando el mosquito pica a otro animal, que denominaremos hospedador definitivo (perro, gato o hurón), las larvas L3 son introducidas y penetran en el organismo del nuevo huésped aprovechando la herida que provoca la picadura, desplazándose por el tejido subcutáneo, donde suelen permanecer algo más de 2 meses, y por el torrente sanguíneo, para después seguir su desarrollo hasta llegar a la fase preadulta, donde los gusanos adquieren un tamaño aproximado de hasta 5 cm. de longitud.

Estas formas preadultas, como hemos dicho, viajan a través de la circulación sanguínea llegando al corazón derecho y estableciéndose en las arterias pulmonares, que irrigarán ambos pulmones. Estas arterias son la continuación y bifurcación de la arteria pulmonar que sale del ventrículo derecho. Unas 7 semanas después de continuo desarrollo, vuelven otra vez a la arteria pulmonar y al ventrículo derecho, donde acaban de desarrollarse en la fase adulta y prepararse para la cópula. Éste período, desde que el parásito ingresa en el hospedador definitivo (perro,gato,hurón) hasta que alcanza la madurez sexual, que llamamos período de prepatencia, puede alargarse hasta los 6-7 meses.

Las filarias adultas pueden llegar a vivir 4-5 años, lo que puede suponer, en casos de una insuficiente inmunidad, acúmulo de reinfecciones, acarreando un aumento progresivo del número de parásitos y, por tanto, complicaciones en los signos clínicos de la enfermedad.

Un dato muy importante a tener en cuenta es, que a pesar de que las microfilarias pueden ser transmitidas de la madre a sus cachorros a través de la placenta, dado que estas larvas no se han desarrollado aún en el interior de un mosquito, no son capaces de alcanzar su estadio infeccioso, por lo que vivirán y morirán sin llegar a causar síntomas en el cachorro.

Los gatos a diferencia de los perros, son más resistentes a la infestación por dirofilarias. La mayor parte de las larvas que han sido transmitidas por el mosquito y han llegado a las arterias pulmonares de los gatos, mueren al poco tiempo. Las pocas que sobreviven, siguen su desarrollo normal, llegando a vivir las formas adultas unos 2-3 años (casi la mitad que en el perro). Es cierto que en los gatos es difícil encontrar microfilarias en sangre. Se sabe que pueden presentarlas, pero durante un corto espacio de tiempo. Según los estudios realizados, se calcula que sólo en el 20 % de los casos, existen microfilarias en la sangre del gato infestado Esto hace que sea más improbable que un mosquito ingiera microfilarias de un gato, por lo que para que continúe el ciclo biológico del parásito en otro gato es más fácil que sea a partir de un mosquito que haya picado a un perro con presencia de microfilarias en sangre.

 

¿Cuáles son los síntomas?

Como hemos comentado anteriormente, entre perros y gatos hay diferencias dentro de la infección parasitaria, por lo que la sintomatología también difiere.

Debido a los diferentes estadios de desarrollo de los gusanos que los causan y a las distintas localizaciones del parásito en el tipo animal infestado, la gravedad de los síntomas puede oscilar entre leve y extremadamente grave.

 

  • En los perros

Los signos clínicos varían en función de la cantidad de dirofilarias adultas que presenten, así como de la acción mecánica e irritativa que puedan provocar (obstrucción de grandes vasos y cámaras cardíacas), y de las posibles reacciones alérgicas que todo ello pueda acarrear.

Es muy poco común que los síntomas aparezcan de forma repentina. Estamos hablando de una enfermedad que suele ser crónica en la mayoría de los casos, y que va evolucionando progresivamente.

En general, podemos decir que se origina una hipertensión pulmonar crónica (de la arteria pulmonar, no de los pulmones), provocando un mayor esfuerzo de lo normal por parte del corazón, para mantener una buena circulación sanguínea en los pulmones. De este modo, según el grado de infección (desde leve hasta masiva), los síntomas pueden variar desde cansancio y ligera falta de apetito, pasando por tos y dificultad respiratoria, tanto en esfuerzo como en reposo, que va acentuándose si la infección es grave, llegando a un cuadro que puede incluir taquicardia y dificultad respiratoria (disnea) severas, ascitis (acúmulo de líquido libre en cavidad abdominal), caquexia, y acaba con la muerte del animal por una insuficiencia respiratoria o por embolia pulmonar como consecuencia de fragmentos de filarias en los vasos que irrigan los pulmones.

En casos de infestación masiva, puede presentarse una complicación grave de la enfermedad, que se denomina síndrome de la vena cava y se debe a la entrada de las dirofilarias en la vena cava posterior, uno de los grandes vasos sanguíneos que llevan la sangre al corazón. En estos casos, los perros presentan síntomas de aparición súbita, que incluyen debilidad, colapso, pérdida del apetito y graves alteraciones en los análisis de sangre.

Reacciones alérgicas y procesos tromboembólicos pueden provocar signos clínicos en otras partes del cuerpo del animal afectado.

 

  • En los gatos

En este caso, los síntomas suelen estar relacionados con los adultos jóvenes que invaden las arterias pulmonares y causan una sintomatología fundamentalmente de origen respiratorio, lo que da lugar a un síndrome (conjunto de síntomas) denominado “enfermedad respiratoria asociada a dirofilariosis” (HARD).

Los signos clínicos de la HARD felina incluyen síntomas generales como letargo o pérdida continua de peso, síntomas respiratorios similares a los del asma, como dificultad respiratoria o disnea, tos y respiración con la boca abierta continua.

También pueden existir síntomas digestivos, en especial vómitos (de comida o espumosos) y diarrea.

En los casos agudos los animales afectados pueden morir rápidamente. La sintomatología cardíaca, tan frecuente en perros, es muy rara en gatos.

Si los gusanos adultos (en el caso que las larvas hayan sido capaces de madurar hasta la forma adulta) mueren, conlleva su fragmentación y la probable aparición de tromboembolias y sus consecuentes reacciones inflamatorias exacerbadas causando la aparición brusca de signos clínicos como disnea, cianosis (mucosas azuladas por déficit de oxigenación), ataxia (falta de coordinación de ciertos movimientos voluntarios), hipotermia y síncope.

 

Diagnóstico

La dirofilariosis (infección causada por Dirofilaria immitis) puede ser realmente difícil de diagnosticar si se basa únicamente en los signos clínicos, aunque la existencia de otros casos clínicos en áreas de riesgo elevado puede despertar las sospechas del veterinario. Otras pruebas diagnósticas como la realización de radiografías torácicas o analíticas sanguíneas generales (por muy completas que sen), nos pueden encaminar hacia un futuro diagnóstico correcto, pero no evidencian la presencia del parásito. Es importante que el veterinario realice un diagnóstico diferencial de este síndrome para distinguirlo de otros procesos con síntomas similares como una bronquitis alérgica o asma felino, o insuficiencias cardíacas de diferente etiología.

La ecocardiografía es una técnica diagnóstica que nos permite ver el propio parásito pero en su forma adulta. Podemos ver las filarias adultas en ventrículo derecho y en el tronco pulmonar (arteria pulmonar y su bifurcación), además de otros signos ecocardiográficos derivados de la presencia del parásito. Sin embargo, con esta técnica se nos escapan las microfilarias que pueda haber en el torrente circulatorio.

Para detectar microfilarias en sangre o componentes protéicos segregados (antígenos) por las hembras adultas de Dirofilaria immitis, se utilizan pruebas laboratoriales.

Las microfilarias pueden observarse en un frotis sanguíneo mediante tinciones específicas. Ahora bien, no identificarlas en el frotis no quiere decir que no haya infección. Se sabe que las microfilarias son más activas en sangre durante el amanecer y el atardecer. Además, existen infestaciones provocadas solo por filarias macho, por lo que puede no haber microfilarias en sangre.

El veterinario puede y suele recurrir a pruebas sanguíneas rápidas de detección de antígenos segregados por hembras adultas de D. immitis, que se comercializan para la detección de este tipo de enfermedad. Este tipo de test, se lleva a cabo en la misma clínica veterinaria, es muy fiable por ser muy sensible y específico, y fácil de usar, proporcionando resultados rápidos durante la visita del animal. Al ser una prueba que detecta presencia de formas adultas, no se suele utilizar en gatos, ya que las filarias suelen estar en forma inmadura en estos animales.

Una posible solución para la detección de dirofilariosis en gatos es la utilización de pruebas serológicas que detectan la respuesta inmunológica (anticuerpos), es decir, anticuerpos en vez de antígeno. No detectamos un agente causal, sino la respuesta a ese agente.

En cualquier caso, siempre es el veterinario quien será el encargado de decidir la prueba más adecuada para cada caso y su interpretación.

 

Tratamiento en perros

 

En perros asintomáticos, el mejor tratamiento es la prevención de reinfecciones, ya que estamos hablando de un bajo números de formas adultas que irán desapareciendo con el tiempo.

El tratamiento de las en perros con síntomas clínicos es complicado debido al riesgo de provocar procesos tromboembólicos si seguimos un tratamiento adulticida, o de reacciones alérgicas en casos de tratamiento microfilaricida. En animales que presentan síntomas clínicos graves, es imprescindible realizar un tratamiento de soporte que incluya hospitalización durante los primeros días de tratamiento además de reposo absoluto. Posteriormente, los perros deberán limitar su actividad física durante semanas.

Actualmente existen fármacos que eliminan las dirofilarias adultas. Su administración y tratamiento debe de ser continuo, pasadas unas semanas de la administración de otro fármaco para eliminar las larvas. Es muy importante administrar además otros fármacos que traten de controlar una reacción fatal del animal por reacciones adversas a la muerte del parásito en cualquiera de sus formas.

Es muy posible y normal que el veterinario desee realizar una nueva prueba al animal (análisis de sangre rápido) para así poder verificar si el tratamiento ha resultado eficaz. En casos muy graves o extremos, es posible que pueda practicarse la retirada quirúrgica de los gusanos del corazón.

 

Tratamiento en gatos

 

 

En gatos asintomáticos, el mejor tratamiento es la prevención. En gatos sintomáticos, no suelen utilizarse tratamientos específicos que eliminen estos parásitos debido a la alta probabilidad de efectos adversos de tipo tromboembólicos y alérgicos. El tratamiento para los felinos se basa en el control del animal y la aplicación de tratamiento de soporte con dosis bajas de corticoides y otros fármacos que el veterinario considere necesarios.

En caso de presentarse signos clínicos agudos o graves, puede ser precisa la hospitalización del animal para conseguir su remisión y estabilización del mismo.

¿Cómo lo podemos prevenir?

 La gravedad de los síntomas y la dificultad de su tratamiento hacen especialmente recomendable la prevención de la infestación por D. immitis. Esta prevención puede ir dirigida hacia el hospedador intermediario, es decir, el mosquito, o hacia las larvas del parásito, provocando la ruptura de su ciclo biológico.

Los fármacos para su prevención, están ampliamente comercializados y son de fácil aplicación. Están disponibles en forma de pipetas para uso tópico, comprimidos para utilización vía oral, e incluso preparaciones inyectables para uso parenteral. Tanto pipetas como comprimidos deben administrarse mensualmente, y en numerosos casos están combinados con otros antiparasitarios, con lo que se amplía el campo de acción. Algunos tratamientos profilácticos inyectables pueden tener un efecto más duradero

Es de vital importancia seguir los consejos del veterinario a la hora de instaurar un plan preventivo contra la dirofilariosis (pruebas sanguíneas de detección y elección del fármaco más adecuado, así como su frecuencia de administración).

Cuando un perro o un gato van a viajar a una región endémica (por ejemplo, determinadas zonas de la cuenca mediterránea), es muy recomendable aplicar un tratamiento preventivo. Éste consistirá, como mínimo, en su administración 1 mes después del primer posible contacto con los mosquitos, continuarlo mensualmente mientras permanezca en zona de riesgo, y terminarlo 1 mes después de haber regresado a la residencia habitual. Es cierto, que muchos veterinarios gustan de comenzar unos días antes y, a veces, 1 mes antes del viaje. Al incluir, en muchas ocasiones, varios tipos de antiparasitarios en los productos comercializados, se trata de una prevención más global, no solo dirigida a la dirofilariosis.

Si el animal vive durante todo el año en zona enzoótica, el tratamiento preventivo deberá ser continuo mensual, mientras dure la actividad de los mosquitos (en ocasiones, podría ser durante todo el año).

 

 

 

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