Los perros son seres muy sociales que, al igual que los seres humanos, necesitan atenciones, cariño y/o juegos estimulantes para sentirse felices; algo imprescindible para tener una buena salud tanto física como mental.Por diferentes motivos. como puede ser cualquier enfermedad, la soledad o incluso la pérdida de un ser querido, puede provocar que nuestro peludo amigo acabe deprimido. Aunque realmente no sabemos si los perros sufren depresión del mismo modo que los humanos, sí podemos determinar que hay ciertas situaciones en la que todo nos hace pensar que ha de ser la depresión la única situación posible. Estamos ante un tema mucho más corriente de lo que pensamos, pero no se detecta de la misma manera que podría hacerse en humanos. En este post queremos hablar al respecto.
¿Cuáles son las posibles causas?
Las causas para que nuestra mascota padezca una depresión canina pueden variar dependiendo de muchos factores, pero los más comunes suelen ser los siguientes:
La soledad y el aburrimiento
Suele ser la principal causa de la depresión canina. No es la única, pero si la más corriente. Esto se produce por una falta de atención directa de su dueño. Estar muchas horas solo en casa, la escasez de momentos para el juego o la poca interacción general en todos los sentidos supondrá que el animal pueda responder con cuadros depresivos o agresivos.
Ausencia de seres queridos
Cuando un perro pierde a un miembro de la familia o a otro animal que ha sido su compañero, seres con quien pasaba mucho tiempo e interactuaba mucho, su estado anímico cambiará; es algo lógico y normal. En este caso, es muy importante prestar especial atención al animal e intentar hacer las mismas actividades y rutinas que realizaba con la persona que ya no está, de esta forma intentaremos poco a poco que mejore su estado. Esta causa también es considerada una de las más frecuentes ya que puede estar ligada a un estado de soledad y cambios severos en sus hábitos físicos y emocionales.
Sentimiento de reemplazo o sustitución
Este tipo de casos, pueden deberse a la llegada de un bebé o porque hay una mascota nueva en la casa o simplemente por un cambio en la persona o personas convivientes. El perro puede sentirse que ya no es el más importante y que le están desplazando, incluso reemplazado.
Una vez más, la importancia de dedicarles tiempo es muy importante; demostrarles que siguen siendo uno más de la familia e intentar que poco a poco tenga un acercamiento con el nuevo integrante, y así crear un vínculo y fomentar la convivencia general.
Sufrimiento de algún tipo de enfermedad
Cuando nuestro perro padece algún tipo de enfermedad, la cual le impide desarrollar su vida con total normalidad como hacía antes, es probable que pueda derivar en episodios de apatía, dolor, inactividad mayor de la deseable por el propio animal, etc. que le pueden llevar a un estado depresivo.
En este caso, debemos diagnosticar y tratar la enfermedad primaria e intentar, en la medida de lo posible, hacer actividades complementarias para evitar estrés o ansiedad que puedan agravar su estado.
Adaptación a un cambio de hogar o familia
Cuando realizamos el cambio a una nueva casa, un traslado, viaje muy largo o un cambio de familia por diferentes motivos, el animal debe de adaptarse al nuevo entorno y en determinadas ocasiones, es un proceso largo y complicado para ellos. Esto puede derivar en ciertos comportamientos depresivos. No es lo habitual, pero puede darse el caso, por lo que debemos estar atentos y tratar de hacerle lo más fácil posible el cambio.
Intentando que tenga las mismas rutinas de antes y que poco a poco, se adapte a la nueva forma de vida.
¿Cuáles son los síntomas de una depresión?
Para poder detectar posibles cambios en su actitud que nos sugiera una posible depresión, debemos de analizar su comportamiento diario y en caso de detectar algún cambio de los que os comentaremos a continuación, debemos de acudir a un profesional. Algunos de los síntomas más comunes compatibles con un estado depresivo son:
- Falta de apetito, llegando incluso a episodios de anorexia.
- Aspecto triste, desanimado, apático.
- Cambios en los hábitos de sueño. El animal puede que dormite casi todo el día, algo extraño en nuestra mascota.
- Se muestra poco cariñoso, poco cercano.
- No juega o pierde interés en él.
- No atiende a nuestra llamada.
- Se esconde en lugares solitarios y oscuros.
- Cambios de comportamiento bruscos.
- No sale a recibirme o muestra poco interés cuando llego a casa.
¿Cuál es su tratamiento?
Lo primero que debemos intentar identificar es la causa del cuadro depresivo, saber cuál es el motivo y descartar que haya alguna enfermedad subyacente que pueda provocar estos signos, por lo que deberíamos realizar un chequeo completo al animal. Algunos de ellos los hemos mencionado anteriormente en este post.
Conociendo las posibles causas, unas pautas generales de actuación podrían ser:
- Intentar dedicarle un poco más tiempo y atención.
- Aumentar el tiempo de los paseos para que pueda hacer ejercicio y socializarse con otras personas y/o perros.
- Destinar un tiempo al día para juegos y actividades divertidas que le estimulen.
- Evitar dejarlo solo en casa durante mucho tiempo.
Introducir, poco a poco, cambios en sus hábitos y en su rutina, pueden ser factores clave para revertir la situación.
Conviene recordar que la primera actuación que debemos llevar a cabo es consultar a un veterinario/a. A veces, el mismo veterinario podrá derivar el caso a un especialista si lo estima oportuno. La ayuda de un profesional siempre va a resultar beneficiosa para conocer mejor qué es lo que le ocurre y cómo solucionarlo.
Si el profesional determina que estamos ante un caso grave, decidirá la posibilidad de recurrir a fármacos y las pautas que se deben y debemos de seguir.
El cuidado, la atención y los juegos, conseguirán que nuestro peludo amigo mejore considerablemente y, sobre todo, evitarán que este tipo de situaciones se vuelvan a producir.
Permitir a un perro, que desarrolle sus pautas de comportamiento normales, es la mejor manera de prevenir la ansiedad y una posible depresión. Poder cubrir sus necesidades físicas y etológicas o de comportamiento, es vital para garantizar el bienestar y la salud de nuestra mascota.
Una alimentación de calidad, bien equilibrada, agua fresca y limpia en todo momento, salir a pasear al menos tres veces al día durante un tiempo variable, dependiendo de su edad, tamaño o nivel de actividad pueden constituir las condiciones mínimas que debe de tener nuestro perro para empezar a pensar en una vida saludable.
Hay que tener muy en cuenta que “salir a pasear” no es solo que haga sus necesidades, sino también para que experimente con olores, se relacione, interactúe o socialice con los demás seres vivos y su entorno. Haciendo todo lo que hemos comentado, podremos dar un primer paso en la prevención de posibles causas de depresión o, en el caso de padecerla finalmente por los motivos expuestos, poder solucionarlo de la mejor manera posible.