Cuando escuchamos el término fractura, tendemos a pensar en uno o varios huesos rotos, ya sean en animales o personas. Hemos de tener presente que no todas las fracturas de hueso son iguales ni resultan tan evidentes como podríamos pensar.

Hoy vamos a enseñaros cómo aprender a diferenciarlas y unas nociones generales sobre el tratamiento adecuado de las mismas.

 

¿Qué tipo de fracturas de hueso en perros existen?

Para clasificar las fracturas de hueso, podemos atender a diferentes criterios que nos irán dando una primera información sobre el tipo de fractura y encaminarnos a un adecuado tratamiento.

En primer lugar, podemos diferenciar las fracturas en función del contacto que pueda tener el hueso con el exterior. Así, podremos clasificarlas en:

+ Fracturas cerradas, cuando el hueso no ha contactado con el exterior.

+ Fracturas abiertas, cuando hay o ha habido contacto del hueso con el exterior. Este tipo de fracturas admite diferentes grados según sea más visible el hueso afectado, los tejidos blandos de alrededor estén más o menos lesionados e infectado. Por lo general, estas fracturas son susceptibles de un peor pronóstico que las cerradas.

Este tipo de fracturas de hueso en los perros, representan un riesgo muy alto al sobresalir, ya que, siendo una fractura totalmente abierta, está en contacto con gérmenes del exterior, lo que puede llegar a dar lugar a una infección. En cualquier caso y sobre todo si vemos que hay salida al exterior del hueso, debemos acudir corriendo al veterinario para así evitar males mucho mayores.

Otra clasificación, podemos referirla al número de fragmentos óseos resultantes de la fractura. De este modo, pueden ser:

+ Fracturas simples, cuando el hueso fracturado queda dividido en dos fragmentos, siendo este tipo de fractura el que nos solemos imaginar cuando nos hablan de un “hueso roto”.

+ Fracturas múltiples, donde hay al menos tres fragmentos, dos de los cuales suelen ser principales o más grandes.

+ Fracturas conminuta, en las que el hueso queda roto en gran cantidad de fragmentos de pequeño tamaño y diferentes formas.

También podemos clasificar las fracturas óseas por la dirección del plano de la fractura. Si nos imaginamos un hueso dibujado, estaríamos hablando de la dirección que toma de la línea de fractura.

Hablamos entonces de:

+ Fracturas transversas, cuando el plano de fractura es perpendicular al eje longitudinal de hueso.

+ Fracturas oblicuas, cuando el plano de fractura se inclina y va formando un ángulo más o menos cerrado respecto al eje longitudinal del hueso. Si ese ángulo tiende a aproximarse a una fractura transversa, se llama fractura oblicua corta, mientras que si la fractura tiende al eje longitudinal del hueso, se llamará oblicua larga.

+ Fracturas en espiral, similares a una oblicua larga, pero con la línea de fractura haciendo una espiral a lo largo de la cortical del hueso.

+ Fracturas en tallo verde, donde el hueso se quiebra por un lado, pero sin atravesar todo el hueso. Es decir, el hueso se dobla y se fisura sin quebrarse por completo (similar a la rotura de una rama que no está seca).

Aunque la mayoría de las fracturas que se suelen ver son diafisarias (lo que popularmente conocemos como la “caña del hueso”), podemos encontrarnos también con fracturas metafisarias y epifisarias, que tienen lugar hacia los extremos del hueso (popularmente conocida como la “bola del hueso” y la zona que une” bola y caña”). Estas fracturas tienen su propia clasificación o gradación y tienen su importancia porque pueden verse afectadas las placas de crecimiento de los huesos y repercutir en el desarrollo óseo de los cachorros.

 

 ¿Cuál es el tratamiento de las fracturas de hueso en las mascotas?

 

El tratamiento de cualquier fractura ósea debe ir dirigido al restablecimiento funcional y anatómico del hueso afectado y de todas las estructuras adyacentes, de una manera estable. Aunque existen diferentes protocolos en función de los diferentes tipos de fracturas, no hay un tratamiento estándar para todas las fracturas.

Lo más importante es detectarlas a tiempo. De lo contrario, podrían verse afectados la movilidad y/o el buen funcionamiento de los tejidos y zonas afectadas, una vez se suelde.

A la hora de tratar dicha fractura, debemos de tener en cuenta varios factores que pueden influir en la recuperación, como son: la edad, el tamaño del animal, la zona de la fractura y el tipo de la misma.

Como norma general, lo primero que se realizará es una exploración general acompañada de una anamnesis. A criterio del veterinario, se tomarán una o varias radiografías en diferentes posiciones de la parte afectada, para poder valorar el tipo y características de la fractura y estimar si es necesaria o no una intervención de cirugía. En cualquier caso, lo que es seguro, es que esta zona deberá ser inmovilizada una vez que el hueso esté alineado o reducida la fractura. De esta manera, favorecemos una más rápida cicatrización y conservación de los tejidos afectados.

En el caso de tratarse de un hueso importante, especialmente si es uno de las extremidades, es probable que el animal necesite un proceso de rehabilitación posterior. Gracias a ella el animal irá recuperando la movilidad y la fuerza. Al haber estado inmovilizado, la musculatura tiende a debilitarse, por lo que hay que reactivarla de manera paulatina.

Si nuestra mascota precisa de una intervención quirúrgica para la resolución de la fractura, en la gran mayoría de los casos se realizará una fijación interna rígida a base de implantes entre los que podemos distinguir placas, tornillos suturas de alambre cerclajes, agujas, clavos centromedulares, fijadores externos, o incluso prótesis. El empleo de estos materiales variará según las técnicas empleadas en cada tipo de fractura y hueso o huesos fracturados. En cualquier caso, se persigue un temprano retorno a la funcionalidad respetando lo máximo posible las estructuras adyacentes.

Es de vital importancia, hacer un seguimiento radiográfico de la zona afectada durante los primeros meses para valorar la evolución del proceso de osificación.

 

¿Qué podemos hacer para ayudar a la recuperación de perros tras una intervención quirúrgica?

Independientemente del tipo de tratamiento instaurado, hay que tener en cuenta una serie de pautas a seguir cuando el animal llega a casa. Debemos conseguir que el animal esté lo más cómodo posible para que su recuperación le resultará mucho más llevadera.

 

  Lo primero que debemos de hacer, mientras nuestro perro permanezca en la clínica veterinaria, es ir acomodando una zona de descanso de acuerdo a su estado. Sobre todo, es conveniente mantenerlo limpio, ventilado y tranquilo para que el animal pueda estar relajado, sin sobresaltos y así favorecer su período de recuperación.

Tanto si el paciente requiere una intervención quirúrgica como si no, durante los primeros días, y en función de la gravedad de la operación y las directrices establecidas por el profesional veterinario, será conveniente que guarde reposo y no haga mucho ejercicio. El animal podrá salir a hacer sus necesidades y en estos casos, no deberá alejarse mucho de nuestro lado.

Otro aspecto importante en su recuperación, es aplicar máxima higiene en la herida resultante de la intervención o del propio traumatismo y en la medida de lo posible, evitar el lamido para proteger la sutura que se haya aplicado y prevenir la inflamación y una posible infección secundarias. Una de las maneras más utilizadas para evitar esta acción refleja, es la colocación de un collar isabelino que rodee su cabeza. Seguro que habréis visto alguna vez alguno; son con forma de campana abierta.

Este tipo de collar de plástico transparente o semitransparente, aunque los primeros días le suponga bastante incomodidad al perro, impide en la mayoría de los casos que pueda lamerse.

Debemos de recordar también, que tenemos que darle la medicación y seguir todas las recomendaciones y pautas que le haya prescrito el veterinario.

 

¿Cómo podemos realizar una correcta limpieza de la herida?

 Aparte de la medicación durante el posoperatorio, el veterinario recomendará al propietario del perro, cómo se debe de cuidar la herida, cómo debe de limpiarla para evitar infecciones y en general los cuidados que necesita el animal intervenido.

Por lo general, una correcta limpieza se consigue con la utilización de una solución antiséptica, dos o tres veces al día y la vigilancia del aspecto externo de la herida, suelen ser medidas suficientes para su correcta cicatrización y prevención de posibles infecciones. Por supuesto, ante cualquier anomalía que podamos notar, debemos acudir al veterinario para descartar y evitar problemas mayores.

 

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